Fábulas del trópico

Aventuras exóticas, países lejanos, oasis, hermosos atardeceres, aguas turquesas, fruta prohibida, flores salvajes, calor asfixiante… mosquitos, malaria, dengue, fiebre amarilla, diarrea incontenible, sudoraciones, alucinaciones, psicosis, canibalismo…

SINOPSIS

—¡Mira, Sajid, mira qué caracol de colores más bonito! ¿Habías visto alguna vez alguno así? Se parece a aquel juguete que me regalaste cuando visitamos el poblado, el cali… el cadilo…

—«Caleidoscopio» —, Sajid responde de manera automática mientras observa con la mirada perdida al caracol zombificado que se combulsiona de color dentro de la pequeña mano de la niña.

—¡Parece una serpentina, jamás había visto un bichito de estos moverse así! —. La chiquilla está ensimismada, ¿cómo explicarle que su preciado molusco se encuentra preso en este momento de un parásito que controla su cerebro y sus movimientos?

Un viaje psicotrópico a lo más profundo de los parajes más inhóspitos. Cuando estés dentro, desearás haber elegido Marina d’Or como destino vacacional

—Pero amor… —Lara siempre intentaba ocultar su malestar con expresiones cariñosas— no hemos venido hasta aquí para quedarnos todo el día debajo de una palmera en la playa privada del hotel, bebiendo daiquiris como si no hubiéramos probado un cóctel en la vida. Tenemos que salir ahí afuera. Y conocer. Podríamos alquilar un ciclomotor. No hace falta ir lejos, en serio, estoy segura de que el recepcionista del hotel exageraba… Podemos llevar lo básico, dejar las tarjetas aquí, intentar no parecer tan turistas. No tiene por qué haber peligro, en cuanto notemos algo que nos dé malas vibraciones nos volvemos.

El ventilador del techo esparce el silencio que Lara obtiene como respuesta. Quien calla, otorga. Tumbado boca arriba, con la mirada fija en las aspas, Bernard se empieza a hacer a la idea. El asueto, la paz, la tranquilidad… se acabaron.

SAL DE TU ZONA DE CONFORT 

Mientras el mono duerme

—Tenemos que actuar mientras el mono duerme—. Los animales se habían congregado a la hora de la siesta, precisamente para aprovechar el hábito diario del simio y poder disfrutar de una conspiración libre de interrupciones e impertinencias.

El león sacudió su melena, otrora más abundante, cardada y lustrosa; visiblemente más lacia y despoblada en el presente, desollada en algunas regiones y perdiendo terreno en las raíces, pasto de las larvas de mosca. Su gesto lució un tanto ridículo, sombra del ayer: de rey a bufón. Sin embargo, ningún animal rió. La situación era seria. Prosiguió.

—No hay que subestimar nunca a un chimpancé. Que no os engañe su estúpida sonrisa ni os hagan bajar la guardia sus continuas ganas de jarana. No os dejéis llevar por su animosa energía. Pero, sobre todo, no mostréis compasión ante su mirada triste cuando llegue el momento…

 

EXPLORA

Fábulas de las Canículas

La Guía del Cretino en Cuarentena