La crisis mundial del coronavirus sin duda supondrá un antes y un después en la vida de la gente. Una crisis catastrófica a todos los niveles y que ha atizado especialmente a España. Que Spain is different ya lo sabíamos. Que éramos una panda de pícaros graciosos a los que les gusta más criticar al vecino que a un tonto un lápiz, también. Que nos gusta un linchamiento casi tanto o más que el fútbol lo hemos demostrado sobradas veces. Y que en tiempos de crisis no dudamos en vender a nuestra madre, si es que no la tenemos metida en una residencia.
Pero es definitivamente la de La COVID-19 LA CRISIS definitiva que España necesitaba para que brotasen ya del todo los idiotas que se venían incubando ya desde tiempos inmemoriales.
Parece que ahora que «lo peor ha pasado» queda demostrado que este virus no lo hemos parado unidos y que (ojo, spoiler!) no nos ha hecho mejores personas, por mucho que nos lo creyéramos por un momento en nuestros balconcitos saludando a los vecinos, cantando el Resistiré y dando palmas.
«La gestión de la crisis se ha hecho MAL». Y tanto que sí.
Asómense cual la Vieja del Visillo mientras escuchan su casete de chistes de Arévalo y escruten a Españita exhibiéndose descarada en las ventanas; aplausos en unas, cacerolas en otras. Y no se crean que tiene Españita del todo claro qué celebra o por qué protesta. Algunos hasta aplauden con las cacerolas, presos ya de tal bipolaridad, incapaces de enfrentarse a una epidemia que no es nueva. La Españita cuenta muertos y no le salen las cuentas, los cambia, los devuelve, los presta y los echa en cara como si fueran los muertos de otro.
La Españita peleándose a garrotazos por el papel higiénico. La Españita que aplaude salerosa. La Españita que traiciona, chivata . La Españita que baila la conga. La Españita que no se pone de acuerdo pero que ni en pleno Armagedón, oigan.
Sálvese quien pueda, que ya nos preocuparemos luego de que los que queden en pie —sean personas, ratas o cucarachas—nos voten.
El comienzo y el nudo de esta pandemia, ya sabemos cómo ha sido… El desenlace va a depender en gran medida de vosotros, la curva de contagios parece que se ha ido frenando, la de la crispación y .
En España tenemos un mal bicho dentro. En períodos de crisis, el bicho se crece y ataca, cebándose siempre con los más débiles. Es un virus de pura cepa y se contagia casi sin darse uno cuenta. No hay vacuna ni inmunidad, y tampoco es aconsejable mantener la distancia social ya que es mejor detectarlo para poder manipularlo con guantes, mascarilla y todos los EPIs que tengamos a mano. Los antivirales que mejor nos han funcionado en este caso son la palabra y el humor. Y si todo esto falla, «menos mal que nos queda Portugal».
(Extracto de El Manual del Covidiota, guía ilustrada de comprtamiento para haters en confinamiento, que se puede conseguir en este enlace).
Foto: Duelo a garrotazos o La riña de Francisco de Goya
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